Uno de los momentos más importantes de la historia de Portugal, fue el terremoto que devastó Lisboa el 1 de noviembre de 1755 y ha permanecido para siempre en la memoria del pueblo portugués.
La sociedad profundamente católica de 1755 celebraba el Día de Todos los Santos en el primer día de noviembre. Las iglesias estaban llenas de gente que asistía a la misa de la mañana.
A las 9 horas y 30 minutos, hubo un terremoto abrumador que duró un minuto y medio. Otros temblores lo siguieron y hubo cada vez más daños. La gente se refugia cerca de los márgenes vacíos del río Tejo. El agua volvió con una fuerza impresionante, en la forma de un tsunami aproximadamente 39 pies. Muchas personas murieron en el Terreiro do Paço. Las velas encendidas para las ceremonias de la iglesia cayeron y quemaron Lisboa durante 6 días. Los edificios fueron destruidos, los incendios quemaron todo lo que quedaba y el saqueo comenzó, con 34 criminales siendo ahorcados en el lugar durante el mes de noviembre. Los muchos miles de muertes eran difíciles de determinar con precisión. Hay menciones de 10, 30 o incluso 70 mil muertes.
La capital del deslumbramiento de una Europa cada vez más moderna y el líder del imperio mundial se hace añicos. Conventos, iglesias, hospitales, palacios y miles de casas fueron destruidas. La Casa Real, la Opera, la Casa de la India y la Biblioteca Real, con sus 70.000 libros fueron destruidos sin posibilidad de reparación.
La Familia Real todavía estaba en el Palacio de Belém, donde pasaron el verano, y escaparon ilesos al desastre. Sin embargo, el Rey estaba siempre aterrorizado de estar rodeado de muros de piedra. Un lujoso complejo de tiendas de campaña de madera fue construido para que el Rey viva durante los restantes 22 años de su vida. La reconstrucción de la ciudad estaba a cargo de su brazo derecho, el Marquês de Pombal.
Este desastre natural se ha sentido en otros países y en otras partes de Portugal, aunque de manera menos catastrófica. Se conmocionó a Europa y todavía se considera como uno de los terremotos más devastadores que jamás haya ocurrido. También marcó el comienzo de la sismología y los preparativos para estos acontecimientos.
El terremoto de 1755 en Lisboa fue un símbolo de destrucción y reconstrucción al mismo tiempo. Lisboa surgió de las cenizas como una ciudad brillante y contemporánea. El Marquês de Pombal diseñó amplias y geométricas calles y avenidas, algo inaudito en la antigua Lisboa medieval.
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